EL ARTE EN LA CLASE DE HISTORIA III
Prof. Mónica Salandrú
Comentarios previos:
En esta tercera entrega, antes de realizar la
propuesta correspondiente, me gustaría referirme a algunos aspectos vinculados
al trabajo con las imágenes. Como ya he manifestado en varias oportunidades, el
trabajo con la imagen debemos asumirlo como un desafío para intentar educar la
mirada. Desde este lugar debemos estar atentos a cuestiones metodológicas que
colaboren en esa dirección. Yo sugeriría en algunos casos presentar la imagen
sin información y dejar que el estudiante observe, imagine, especule… La imagen, en tanto representación, puede ser
signo, símbolo, mensaje… El estudiante la carga de su interpretación, de sus
recuerdos, de sus saberes. Y es interesante confrontar luego todo esto con
información que alumbre las intenciones del autor de la imagen, el contexto en
que fue creada, la recepción que tuvo entre los contemporáneos, las distintas
lecturas que de ella se fueron realizando en tiempos y lugares distintos. Este
es el proceso que alerta al estudiante, frente a una nueva experiencia de
desentrañar los secretos que tiene una imagen a la que se enfrenta, sobre la
necesidad de contar con la información que le permita una correcta
interpretación de la misma. Pero a pesar que priorizamos, para el aprendizaje
de la Historia, la interpretación frente a la percepción, no negamos el lugar
que ésta ocupa en la formación de los jóvenes. Es bueno que éstos comprendan
que su experiencia en tanto espectadores/lectores de una imagen, puede
resignificarla. La experiencia de la percepción, sobre todo de obras de arte,
como toda experiencia estética, es una
actividad potente que permite espacios para la expresión, la comunicación y el
desarrollo de procesos reflexivos que ponen en juego la emoción y la
imaginación. La experiencia estética involucra a los estudiantes personalmente,
los convoca a la construcción de sentidos para repensarse individual y
colectivamente.
En siguientes entregas, seguiremos abordando otros
aspectos vinculados con las posibilidades del uso de la imagen en el aula, y en
particular de imágenes de obras de arte.
MONTEVIDEO EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO
XIX EN LA OBRA DE LOS ACUARELISTAS FRANCESES QUE LA VISITARON
Aproximar
a los estudiantes a la fisonomía que presentaba Montevideo en la primera mitad
del siglo XIX forma parte de los desafíos que implica trabajar con el pasado y
que éste no nos resulte un “país extraño”, usando la expresión de Lowenthal. El
año pasado el Cabildo de Montevideo presentó una exposición titulada
“Acuarelistas franceses del siglo XIX” donde se exhibieron una gran cantidad de
acuarelas que forman parte del archivo de esta Institución (Pincha AQUÍ para descargar el catálogo de dicha muestra, que incluye gran cantidad de imágenes que formaron parte de dicha muestra). También el Museo
Nacional de Artes Visuales cuenta en su acervo con acuarelas y/o grabados
realizados por estas visitas de dibujantes y grabadores europeos que legaron su
mirada sobre el Montevideo de entonces. Estas imágenes son un interesante
recurso para familiarizar a los estudiantes con un pasado que alimenta nuestra
identidad ofreciendo sentido al presente. También nos brindan la posibilidad de
disfrutar de técnicas como la acuarela y el grabado, en sus distintos formatos.
Y de problematizar las imágenes en tanto hijas de una mirada europea que se
fija cargada de extrañeza en lo que ve y que, por ejemplo, puede tildar de
pereza formas de trabajo ajenas a los usos de Europa.
Muchas
de estas acuarelas nos permiten acercarnos al paisaje, vestimentas, costumbres,
transportes, edificaciones, de esa época.
Obras
sugeridas:
2) Adolphe
d’Hastrel. Mujer de la campaña.
Cabildo de Montevideo. Litografía s/papel, 25 x 16,5 cm
Adolphe d’Hastrel fue un oficial de artillería
al mando de la isla Martín García durante el bloqueo de la armada francesa al
gobierno de Rosas, y el dibujo era complementario a su actividad miliar. Estuvo
en el Río de la Plata entre los años 1839 y 1840 y realizó varias acuarelas de
vistas de Montevideo, que a su regreso a Europa transformó en litografías que
ilustraron álbumes sobre la región del Plata, muy demandados por el público
europeo. Su mirada de las escenas urbanas y de los habitantes resulta muy
acartonada y tributaria de las formas del dibujo vigentes en Europa. Tener en
cuenta esto es clave para analizar sus estampas, pero no invalidan de ninguna
manera su valor testimonial.
4) Barthelemy
Lauvergne. Desembarcadero de
Montevideo. 1836 Cabildo de
Montevideo, Acuarela s/papel, 19 x 30 cm
5) Barthelemy
Lauvergne. Iglesia de Montevideo. 1836 Cabildo de Montevideo, Acuarela
s/papel, 20 x 28,5 cm
Barthelemy Lauvergne se formó como dibujante
en Toulon, Francia, y durante varios años recorrió buena parte del planeta a
bordo de diversos barcos y acompañando comisiones científicas. En 1836 realizó
una serie de acuarelas de vistas de Montevideo, todas ellas pasadas a
litografías años más tarde. Tiene un registro detallista y candoroso o ingenuo,
buscando reflejar una visión idealizada de los paisajes.
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