"Una obra de arte no es solo una obra de arte. Es una intervención en el mundo cuya naturaleza es instigar a una refexión que exceda sus propósitos más evidentes.
Una obra de arte apela a los sentidos, es acicate sensorial y proliferación de signos por interrogar. Exacerba la percepción en el mismo acto en que invita a construir sentidos nuevos para pensar el mundo y sus formas. Pero es también un llamado a pensar una época, a revisar los lugares comunes con que asumimos la historia o abjuramos de ella. Es un llamado perentorio a indagar sobre los modos en que la memoria visual alumbra, oculta o corrige los eventos que traman nuestras vidas y la vida de las naciones.
En su estilo puede apreciarse la influencia asiática, producto del flujo de arte oriental hacia México a través del Pacífico, en concierto con la asunción de una mirada específicamente criolla, americana, indígena y española, que construye sus propias claves estéticas. Estas no se ciñen a los cánones usuales en el arte español del período: desconocen las perspectivas propias del tratamiento de las figuras, el espacio y el color. Aunque la principal novedad sea acaso la técnica del enconchado de nácar, que produce un efecto de iridiscencias que realza las escenas. Construidas de un modo no menos singular, siguen pautas propias: en la mayor parte del conjunto son tres escenas por tabla que cuentan, en general desde arriba hacia abajo, el episodio histórico descripto en la cartela que corona la pieza respectiva. La secuencia de lectura propuesta resulta inusual, ya que el movimiento de las formas guía la mirada descendente.
Piezas raras, solo existen similares en España y México. Aunque forman parte del acervo del Museo Nacional de Bellas Artes desde 1898, han sido exhibidas en contadas oportunidades. Por eso, la apertura de una sala dedicada al arte colonial en la que se muestra la serie completa constituye un acontecimiento de relevancia para el público argentino."
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